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Teléfonos, computadores, radios y televisores en desuso es lo que se denomina e-waste o basura electrónica.

Según indicó un informe publicado en 2015 por la Universidad de las Naciones Unidas (UNU), en Latinoamérica el país que produce mayor cantidad de este tipo de desperdicios por persona es Chile, alcanzando la preocupante cifra de 9,9 kilos al año, casi doblando el promedio mundial de 5,9 kilos por habitante.

Lo más alarmante de estos números es que el 81% de los residuos electrónicos producidos en nuestro país tiene destino desconocido o llega a rellenos sanitarios comunes, los cuales no cuentan con las características apropiadas para la disposición de éstos.

De acuerdo al decano de la Facultad de Ciencias Ambientales de la Universidad de Concepción, Ricardo Barra, “cuando no se realiza un tratamiento adecuado y reciclaje de elementos valiosos que se encuentran en la basura electrónica, éstos se liberan finalmente en el ambiente en el corto, mediano y largo plazo. Esto significa que los impactos de los desechos que estamos eliminando de manera inadecuada hoy pueden tener importantes efectos negativos para las generaciones futuras”.

No obstante, el académico de la UdeC, explicó que, si bien el tratamiento de estos residuos es importante para el medio ambiente, también es fundamental analizar los hábitos de consumo de los chilenos, puesto que “todos queremos la última tecnología”.

“Como sociedad, este es un problema que va más allá de la gestión de los desechos, puesto que tiene que ver también con los patrones de producción y consumo que tenemos en la actualidad. Hay que entender que esto pasa por quienes proveen los productos eléctricos y electrónicos y por nosotros como consumidores”, apuntó.

Sobre el rol de entidades públicas en la disminución de los efectos nocivos de la basura electrónica, Barra señaló que “los municipios tienen un rol muy relevante en la gestión de los residuos sólidos que se generan en las ciudades, de los cuales la basura electrónica comienza a constituir un porcentaje importante. Sin embargo, ellos se encuentran al final del ciclo de vida del producto eléctrico o electrónico, de manera que su preocupación principal es cómo disponerlo de la mejor forma, minimizando impactos ambientales”.

Contexto local

Panorama disímil es el que se presenta en comunas del Gran Concepción, respecto al tratamiento de la basura electrónica.

Por un lado, la municipalidad de la capital del Bío Bío es una de las pocas a nivel nacional que cuenta con un centro de acopio especial para estos residuos, mientras que el municipio de Talcahuano acusa altos costos en el tratamiento del e-waste.

La encargada de la Dirección de Medio Ambiente de la Municipalidad de Concepción, Andrea Aste, explicó que, a casi un año de la creación del punto de recolección –ubicado en el sector de la Laguna Redonda, en el recinto que alguna vez albergara la ex escuela Luis David Cruz Ocampo–, éste “ha funcionado bastante bien. Durante todo el año está disponible el centro, que permite ofrecerle a la comunidad penquista la disposición adecuada de los residuos electrónicos”.

Sobre el procedimiento para disminuir el impacto del e-waste en Concepción, Aste detalló que la Municipalidad “tiene un convenio con Chile Recicla (empresa especialista en el rubro, radicada en Chillán) hasta donde son trasladados los residuos para tratarlos y sacar los materiales que puedan ser reciclados”.

Asimismo, la funcionaria precisó que se “puede acudir hasta el lugar de lunes a viernes, entre las 8:30 de la mañana hasta las 17:30 horas, para entregar los desechos”.

Situación totalmente diferente es la que ocurre en Talcahuano.

El encargado de la Dirección de Medio Ambiente de esa comuna, Guillermo Rivera, comentó que los altos costos que implica el tratamiento de los residuos electrónicos dificulta la realización de actividades que ayuden a disminuir los efectos del e-waste, por lo que la basura electrónica se va directamente a rellenos comunes.

“El gasto que se realiza en la limpieza de la comuna es carísimo. Se utilizan más de 3 mil 300 millones de pesos al año –más del 10% del presupuesto municipal–, sólo en transporte de basura y rellenos sanitarios, por lo que pagar para que las empresas reciban los residuos electrónicos es complicado”, expresó Rivera.

El encargado de la repartición municipal aseguró que “debiesen existir empresas que reciban este tipo de basura gratis y es responsabilidad de la Seremi de Medio Ambiente promover la creación de éstas”.

Pese a las dificultades descritas, el funcionario explicó que de todas formas el municipio intenta disminuir los desechos. “Lo que nosotros hacemos con la basura electrónica, principalmente con aquellos que vienen de la industria, es pedir que se limpien los computadores que no utilicen y que estén en buen estado, para que los entreguen a los hijos de las personas que participan en los programas pro empleo de la comuna. Aproximadamente hemos entregado unos 50 ó 60 computadores anuales”, indicó Rivera.