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El destino de los desechos informáticos



Pese a la veda en la importación, los elementos electrónicos obsoletos que se desechan en los Estados Unidos, Europa y el Japón llegan a los países asiáticos y fundamentalmente a China. Los peligros del e-basura para el medio ambiente.
Este es el destino de los desechos tóxicos de la era de la computación. En ciudades como esta, ubicada en la costa sudoriental de China, se apilan grandes cantidades de elementos electrónicos obsoletos que llegan desde los Estados Unidos, Europa y el Japón. Comunidades enteras se ganan la vida hurgando en los basurales de metal, vidrio y plástico, pero los desechos tecnológicos están envenenando el agua y despiertan la alarma en lo que concierne a la salud.El papel de China como basurero de artefactos que el mundo desecha es consecuencia de los esfuerzos de los países ricos por proteger su propio medio ambiente, según una investigación de The Washington Post. Muchos gobiernos alientan el reciclaje de computadoras para evitar que los residuos metálicos se incorporen al agua potable. Sin embargo, conseguir que las computadoras se conviertan en materia prima reutilizable es una tarea compleja y cara.En los Estados Unidos, donde tan sólo en el curso del año 2001 más de cuarenta millones de computadoras pasaron a ser obsoletas, según datos del Consejo de Seguridad Nacional, el 80 por ciento de las máquinas que se llevan los recicladores se reubica por aproximadamente la décima parte de su precio mediante un método mucho más simple: se las vende a intermediarios asiáticos y se las embarca con ese destino.En China rige una veda oficial a la importación en ese rubro, pero la ley se sortea con facilidad mediante pagos a funcionarios aduaneros corruptos, según informan fuentes de la industria.

Los que pagan el verdadero costo de todo esto son los que viven en el lugar de recepción de los “e-desechos”. En las ciudades costeras de China, así como también en India y Paquistán, adultos y niños trabajan por aproximadamente 1,20 dólares diarios en condiciones insalubres y sin ningún tipo de regulación. A medida que los ríos y el suelo absorben un creciente flujo de agentes cancerígenos y otras toxinas, la gente empieza a padecer elevados niveles de problemas respiratorios, según indican recientes informes de la radio estatal Guangdong y el diario Beijing Youth.

“Al mismo tiempo que evitamos la contaminación en los Estados Unidos, trasladamos el problema a otros”, señala Ted Smith, de Silicon Valley Toxics Coalition, un grupo de defensa del medio ambiente. “El problema se exporta, y eso es nocivo”.

Consecuencias en el medio ambiente y la gente

Una mañana cualquiera en Guiyu, provincia de Guangdong, centenares de hombres hacinados en galpones hurgan entre computadoras e impresoras y las desarman a mano. Algunos inhalan nubes de tinta. Un tractor transporta cables a un callejón donde un grupo de mujeres los funde y coloca en barriles para aprovechar el cobre antes de derramar lo que sobra en las aguas negras del río Lianjang.

En una construcción baja ubicada al pie de una colina, una mujer de mediana edad se inclina sobre una lámina de acero colocada sobre carbón encendido. El objetivo es fundir los condensadores extraídos de las computadoras para extraer pequeñas cantidades de oro. A tres metros de distancia, una niña de no más de once años examina los circuitos que están extendidos sobre una mesa.

“Hoy no hay escuela”, dice el jefe, Zheng Conggong, de 27 años, cuando le preguntan por qué la niña está ahí. “Vacaciones”. Son las diez de la mañana de un lunes, y es un día de clase en el resto de China. Cuando el jefe se aleja, la niña confirma con timidez que trabaja ahí todos los días, todo el día. Sus dedos son rápidos y hábiles. Es evidente que ya tiene práctica.

Esta actividad deja su impronta en todos los rincones de la ciudad, desde las bandas de plástico y los trozos de vidrio que llenan el río hasta las pilas de tableros, teclados y discos rígidos que se acumulan ante prácticamente cada casa. Es un paisaje tóxico. El vidrio de los monitores contiene plomo, que afecta el sistema nervioso y es nocivo para el cerebro de los chicos. Las baterías y los interruptores contienen mercurio, que afecta órganos y fetos. Los tableros contienen berilio, cuya inhalación puede provocar cáncer.

Hay camiones que traen agua de lugares ubicados a más de quince kilómetros de distancia, ya que el agua local no es potable. Cerca de la ribera de un río que se usó para descomponer y quemar tableros de circuitos, una muestra de agua revela niveles de plomo 190 veces más elevados que el que establece la Organización Mundial de la Salud para el agua potable, según surge de un informe que dieron a conocer el año pasado la Silicon Valley Toxics Coalition y otro grupo ecologista norteamericano, la Basel Action Network.

Las organizaciones de defensa del medio ambiente sometieron muestras al análisis de Hong Kong Standards y Testing Centre Ltd., indica el informe. En una muestra de sedimento se hallaron niveles de plomo y otros metales pesados como cromo y bario centenares de veces superiores a los niveles ecológicos de riesgo europeos y norteamericanos. El análisis del agua confirmó los resultados obtenidos en una muestra anterior que tomó un periodista de Eastweek Magazine, una publicación en chino que se distribuye en Hong Kong, que detectó niveles de plomo aún más elevados.

El informe de las dos organizaciones ecologistas, titulado “La exportación del daño: la utilización de Asia como basurero tecnológico”, acusa a los fabricantes de computadoras de no asumir ninguna responsabilidad por la contaminación que provocan mediante el establecimiento de sus propios programas de reciclaje. También critica a los Estados Unidos por negarse a ratificar la Convención de Basilea, un acuerdo internacional que firmaron los demás países desarrollados y que apunta a limitar la exportación de desechos peligrosos. El resultado de esa negativa es que los recicladores de los Estados Unidos no violan ninguna ley interna al enviar desechos de computación a los países pobres de Asia.

El reciclaje de COMPUTADORES o reciclaje electrónico es la reutilización de COMPUTADORES, o en su defecto el desmontaje de las piezas y su clasificación para su posterior reciclaje.

Al desmantelar cualquier producto electrónico las piezas se clasifican por materiales, como metales o plásticos, para su posterior reutilización para fabricar nuevos productos.

También existe la reutilización de los ordenadores completos, que son utilizados tanto por usuarios que no necesitan altas prestaciones en sus equipos, o para donaciones a organizaciones no gubernamentales y similares.